jueves, 28 de mayo de 2009

Risas internas

Lo malo de viajar cargado en transportes públicos es que, por lo general, no alcanzan ni las manos ni el espacio para agarrar todo sin que se caiga (o te caigas vos para evitar que se rompa algo).
Cuestión que hará una semana tenía que llevar una malla metálica de 1mt por no sé cuánto. Este material tiene un lado que está como pegado/soldado, y en las puntas tiene los cortes desde dónde salen las puntas que se te incrustan. Lógicamente, la bolsa iba casi mordida por perro y yo toda raspada. Aún así, me las iba arreglando para mantener el rollito apoyado contra el piso mientras sostenía el otro extremo con las manos, y más tarde con las rodillas porque logré sentarme.
Era raro que el subte estuviera tan vacío. Entra un pasajero jóven (pero más viejo que yo), de 1,75 maso y se para enfrente de todo mi quilombo (entiéndase como metal, mochila, bolsa de carpeta..etc). Siendo honesta, el pibe me parecía lindo, entonces intentaba mantener el orden para no molestar.
El fin de la historia - y lo más gracioso- fue cuando cerré los ojos a modo de intentar hace una siestita hasta llegar. En un descuido de la bolsa, tuve tanta suerte que fue a parar a su entrepierna. No sé si AHÍ, sólo me acuerdo de haber mirado para adelante y ver el rollo de metal apoyado. Esbocé un "Uh..Disculpame", se me río, dijo algo como "Todo bien" y después miré de costado y sentí unas ganas tremendas de reirme a carcajadas pero tuve que aguantar.
Después me imaginaba qué habría pensado el pibe cuando sintió algo ahí. Si tienen la misma razón que nosotras cuando nos tocan el culo... No fue la gran cosa, pero gracias a eso me entretuve hasta llegar a Juramento.