El sábado vi varios programas en homenaje a Kirchner, y me puse a pensar la verdad. En parte sabía que me iba a sentar uno de estos días a escribir para comentar lo que me generó- que no tengo muy en claro pero igualmente vamos a ver qué resulta.
En primer lugar, por unas horas realmente pude sentarme a escuchar sin prejuicios. En general cuando saturan de información y todo el mundo habla de lo mismo durante mucho tiempo de corrido pierdo el interés hasta el día que YO decido que tengo ganas de pensar.
Es una manera de desacralizar lo que pasa en cierto sentido. Sacar el dramatismo a una realidad que está más que implícita, y que la muerte no santifica ni demoniza a nadie. Es un simple acto que acarrea nuestro nacimiento.
Algo que sí creo, es que ver la parte más humana de una persona cuando ya no está, lejos de ser demagogia, es una señal de dignidad. Después de todo, cada cual hace lo que puede, y a final lo que cuenta es lo que se hizo, no lo que se especula de eso. Ahí es dónde adopto una postura más crítica.
No sé si mis expectativas del mundo son demasiado grandes, o si lentamente la realidad misma me está aplastando hasta llegar al punto de descreer de la mayoría de las cosas.
Hablando con un conocido medio desconocido, en un momento le dije que sentía que a mi la historia me había pasado de largo. Para mí es respetable una persona que tiene un ideal y lo defiende más allá de cualquier cosa, mientras éste vaya acompañado de la coherencia que intrínsecamente lo arraiga. Ahí es cuando siento que hace agua, o sea, en qué momento ser peronista pasó a ser una moda? Porque convengamos que cualquiera tiene más onda si se autoproclama peronista. Cito una frase muy acorde que dice que sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente. Y los peces oportunistas, sobre todo.
Si lo veo desde ese lugar me molesta. Cuántos de los que hacen la V siquiera leyeron un libro? cuántos están en condiciones de definirlo como algo más que un gobierno basado en el asistencialismo?
De a ratos me da la sensación de que se mezcló todo. No juzgo a la gente que se vio identificada, pero tampoco dejo de plantearme por qué razón con tanto nivel de desocupación y marginalidad se puede apoyar un plan en dónde -siendo realistas- a las personas no se les da mayor oportunidad que acceder a un televisor o un celular. El fluir de las palabras nomás, escuchar cosas lindas de utopías que la mayoría tenemos adentro.
Nuestro país no está preparado para absorber gente educada en grandes cantidades. La libertad de pensamiento genera reclamos que no se pueden responder, por más triste que esto suene. A veces es más fácil dar un poquito y no recibir quejas. A veces también es mejor dar un poquito que no dar nada, pero nuevamente pienso en mis expectativas sobre imposibles. En la sinceridad, en usar el poder para hacer cosas geniales.
Por momentos también pienso que dificilmente no encuentre quejas teniendo una mentalidad más inconformista. No hablo de ser quejosa, hablo de ir más allá de las cosas. Sostenerse con el propio peso de las palabras que uno expresa, porque así las siente.