miércoles, 25 de junio de 2008

Yo voy


Claro que sí.
Ahora me voy, pero a otra parte, que no es a la mierda.

martes, 17 de junio de 2008

Mi balcón mágico

Hay veces que me gusta jugar a interpretar situaciones como si quien ejecutara los movimientos o contestaciones fuera otra persona. Entonces me pongo alguna ropa que dejo en el fondo del placard, de esas que por alguna razón no me hace sentir cómoda, como si perteneciera a alguien más. Quizás me cambie la raya del pelo, me ponga un clip en el flequillo y odie internamente cómo queda el pirincho al costado- pero aún así no quitaría mis ojos del espejo para jactarme en cada mirada de lo horrible que me queda.
Hasta puedo ponerme a hablar en la cola del Pago Fácil y quejarme de lo lento que avanza, como esas viejas que posiblemente el único contacto que tengan con el mundo circundante sea algún semejante, en ese momento yo, que se queja de lo mismo. Si, quizás tenga facilidad para generar empatía pese a lo que odio las charlas quejosas en lugares que son de paso. Y también diría que el gobierno se pasó de la raya, que me quiero ir de este país en forma inmediata, por qué no que escuchar a personas retrógradas como D'Elía no me causan ninguna gracia.
La verdad, en el fondo muy fondo de mi ser no me interesa nada de lo que está pasando. A veces me pongo en modo automático cuando están viendo el noticiero, e inclusive vuelo por mis adentros cuando se generan debates sobre la temática. Es un diálogo de sordos, es imposible hablar con personas que de entrada no tienen ningún tipo de interés en llegar a un consenso- y eso va para ambas partes- aunque D'Elía sigue no causándome ninguna gracia.
A nivel micro hay muchas de estas situaciones, diría que casi a diario uno se enfrenta con estas situaciones- de hecho gran parte de los problemas en las relaciones interpersonales probablemente tengan que ver con este deseo de imposición de la propia perspectiva. Indefectiblemente alguna de las partes siempre cede, o simplemente se evitan. Si no hay diálogo, no hay relación, y por ende, el vinculo ese deja de existir.
A nivel macro, de país, esto no puede suceder porque lógicamente uno no puede desvincularse de quién protege sus intereses. Digamos, uno cede su libertad y el deseo de ejecutar su libre albedrío en pos de un ámbito agradable de convivencia. Quizás no te guste del todo el modelo que te ofrecen, pero igualmente son las reglas de juego y vos las avalaste- si no lo hiciste por convicción, implícitamente lo aceptás desde el momento en el que elegís vivir acá.
Entonces pienso y me digo que si a nivel privado cada vez estamos más intolerantes, probablemente en una proyección mucho más grande sea poco lo que reste hacer. Pongo música, agarro el short para no salir en bombacha, preparo el pochoclo, la pava y al balcón. Me siento sobre la baldosa con el culo haciéndose escarcha. No hay nada que me guste más que el atardecer en el balcón mirando para el lado contrario de Cabildo, sintiendo mucho frío pero del que no te enferma porque no querés enfermarte. Las manos calentitas apoyadas en el mate, el bowl de pochoclos salados en el regazo, que aún están calentitos. Con el control opto por escuchar New Order, Waiting for the siren's call- canción que da nombre al disco, que a propósito suena tan parecida a Krafty, una de mis preferidas. Me siento tranquila, pienso en lo hermoso que sería que todas las personas pudieran ir a mi balcón y experimentar esa misma sensación.
Tal vez haya algo de eso, estaría bueno dejar todo a un lado un momento y aferrarse de la sensación que a mi me genera mi balcón. Un solo momento en que seamos algo más que campo o gobierno, que seamos realmente algo más que un discurso prefabricado. En mi balcón no soy ni argentina, ni mujer, ni Florencia. Soy sólo alguien que se sienta a tomar mate.

lunes, 9 de junio de 2008

Out of words

No tengo mucho que decir la verdad, la tesina me insume toda la voluntad que podría estar volcando al blog. Hay algo sí que descubrí para hacer un poco más creativo el orden aleatorio del reproductor de windows media: escribir una palabra y dejar que pasen solas las canciones que la incluyen en sus títulos. Hasta ahora viene bárbaro.