miércoles, 16 de julio de 2008

Mi opinión de los hechos

Hace unas semanas atrás escribía un post que me encanta leer, ese del balcón. Es más, creo que voy a cambiarle la fecha de posteado para que sea el primero que vea cada vez que entre a mi blog. En cambio el anterior a este no me gusta mucho: uno se da cuenta cuando algo está escrito con amor y dedicación y cuando posteás por postear- lo cuál incluye una multiplicidad de factores que no vienen al caso. Tampoco voy a decir que una u otra cosa esté bien o mal. Es así y punto.
Creo que ese post particularmente me gusta porque expresó muy bien lo que sentía en ese momento, algo casi raro de encontrar por acá. Creo que un lugar en el que muchas personas merodean definitivamente no es propicio para comentar cada una de las cosas que experimento y por eso no estoy interesada en ser descubierta entera. La distinción entre lo público y lo privado, que existe si uno así lo quiere.
Hecha esa introducción, en este caso voy a hablar de cómo me sentí al haber participado de la manifestación masiva que hubo en el Monumento a/de los Españoles. Ya anteriormente había ido a la Plaza de los dos Congresos a ver qué onda, las cosas que la gente expresa en ámbitos de participación pública, cómo conviven ideologías opuestas en algunos metros de distancia. Quizás también sirve para medir las dimensiones, notar que muchas veces por tele estamos viendo un escenario que dista mucho de la realidad, que parecería ser algo monstruoso y al verlo con tus ojos bueh, resulta que no era la gran cosa. Ese día me llamó la atención por ejemplo cuánta gente había dando vueltas por ahí aún siendo un domingo, muchas familias con hijos que parecían estar tomando el acudir a las carpas como paseo, algunos turistas, y yo con mi alimento para palomas, como si fuera una turista más del lugar. Sería agrandar mucho la cosa diciendo que cada uno que pasaba realmente estaba buscando interiorizarse respecto de la resolución 125 y demás, pero quizás para la realidad social del momento era suficiente que se interesaran en ir a ver de qué se trataba.
Lo de hoy no me lo iba a perder, de ninguna manera. Creo que la historia es siempre mejor contarla desde lo que uno vive y no desde lo que te cuentan porque siempre se omite algún detalle -voluntaria o inconcientemente-. Como lo que estoy haciendo ahora: mi parecer posiblemente sea diferente a lo que otra persona sintió en el mismísimo lugar.
Ya desde ayer venía preparándome, escuchando que se iba a armar lío, que esto, que lo otro. No voy a entrar en detalles más minuciosos en relación al gobierno y por qué no fui a esa marcha y a ésta sí, lo único que voy a decir al respecto es que me genera contradicción. Contradicción porque no me cierra en su totalidad, no les creo. No le creo a alguien que tiene que pagar para que lo vayan a aplaudir, me parece subestimar la voluntad y/o dignidad de las personas. Tampoco es que estando de acuerdo con ciertos lineamientos de las agrupaciones agrarias avales al 100% todo lo que dicen. Lo de Barrionuevo es capítulo aparte, mejor tener alejadas a esas personas.
Hoy me levanté y la verdad no sabía si ir o no. No porque me fuera a dar miedo ni mucho menos, sino por la complicación en los accesos a capital. Entonces empecé a darme cuerda, y me fui. Darme cuerda es principalmente un recurso para evitar tener que ecsucharlo a Feinman comentar lo que fue el acto: lamentablemente muchas veces consiguen las mejores imágenes y la única manera de verlo es en MUTE.
Bajamos en Plaza Italia, tuvimos suerte que funcionaban los subtes. De ahí caminando por Sarmiento hasta Libertador. Elegimos mal la verdad, el escenario estaba montado sobre Libertador pero en dirección a Coronel Díaz, razón por la cuál quedamos justo detrás: no se veía nada. Igial no daba moverse, ya estaba bastante lleno inclusive en esa parte. Vi banderas de la C.C.C, del MST y del Partido Socialista. Ahí entendí que no me había equivocado de acto.
Muy emocionante, ya desde que llegamos era como estar yendo por Udaondo a algún recital, la adrenalina, la parálisis que genera ver tanta gente junta. Esa misma sensación de desahogo, la necesidad de expresarse, de pensar que la sola presencia es importante. Que no somos un número, un voto. La democracia no es eso, nunca lo fue. Inclusive está bueno recordar que siempre estas manifestaciones son una respuesta a la opresión: cuando una persona siente que se la respeta o escucha el costo de levantarse del sillón de su casa es mayor. Quizás sea la manera en que se aprenda a hacer valer el rol ciudadano, tal vez es necesario que la gente esté más en la calle y que todos tengan la posibilidad de expresarse.
Me pregunto cuándo las personas postergadas van a dejar de ser botín, qué gobierno se va a encargar de darles un futuro de oportunidades y no el choripán y el plan social. Ese es el verdadero debate de fondo, y era hora de que la sociedad se despertara.

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