miércoles, 17 de febrero de 2010

Déja Vu

Ayer mientras canalizaba la ira de haber esperado una semana entera que llegara el martes para tener un capítulo nuevo de Lost- y que éste fuera repetido- pasaron la escena del avión en la que finalmente no se cae y llegan a destino.
No sé por qué razón, ya que me esforcé mucho en reprimirlo, se me vino a la mente mi viaje de vuelta de España a Bs. As.
Me acuerdo que viajaba por Iberia, y tenía que hacer escala de Milán a Madrid, y de Madrid a Buenos Aires, y de ahí esperar entre vuelo y vuelo desde las 21 aprox a 1 o 2 am. Una verdadera tortura, porque si bien podría haberme dado el lujo de dormir por ahí, tenía miedo de perder el vuelo, entonces no me quedó otra que meta y meta al café.
Las primeras horas se hicieron entretenidas por la cuestión esta del free shop, que a esa altura-y después de un mes de viaje- sólo quedaban restos para perfume y alguna que otra pavada para regalar. Ya entradas las 00, se cerró todo y parecía estar participando de la película de Tom Hanks, la que queda varado en un aeropuerto. A esa hora ni queda gente desesperada dando vueltas.
Quizás lo más detestable de un viaje tan largo, y más lo mío que había salido a las 5 de la tarde desde el pueblito familiar, es que me sentía pegoteada. Tenía ganas de darme una ducha, ponerme unas pantuflas, tener un colchón inflable. También tenía hambre, pero tampoco me quería llenar tanto porque después había que aguantar 12 horas sentada, así que me acuerdo que me comí un sanguche o algo similar, y aproveché para empezar a leer las revistas que me había comprado.
Honestamente no soy del tipo de persona que disfruta de sentarse en un bar a leer, me siento incómoda. Soy más de las que leen despaturradas tiradas en el piso, en la alfombra, en la cama o el sillón. La postura en ángulo recto con relación a la mesa me distrae. Me pongo a mirar a la gente, no me gusta que me vengan a preguntar si quiero algo más, no me gusta que me apuren.
Pero en ese caso estaba comiendo, no me quedó más remedio que aguantármela.
Lo único que tenía conmigo era la mochi y una valija de mano, que fue muy útil como apoya pies. Me acuerdo que cuando salí de Buenos Aires me daba pánico el tema de las puertas de embarque, y más porque me habían advertido que el aeropuerto de Barajas es muy grande y que muy probablemente iba a tener que tomarme trenes internos de una punta a otra para volver. De todas maneras, lo que nos salva es el idioma.
Sin embargo, efectivamente me pasó que bajé unas escaleras que no sé para dónde iban. Una vez abajo, intenté subir pero no había escaleras. Manteniendo la calma, me acerqué a un mostrador y me dijeron que tenía que ir a tal lugar, al que fui pero no había escaleras. Dios. Me acerco a otra persona que era del aeropuerto -una mujer-, le comento qué me había pasado, y en vez de decirme "mirá, quedate tranquila, te bajaste mal y tenés que ir..." me responde "y cómo hiciste para bajar acá? nooo... ahora vas a tener que hacer control otra vez". Para ese momento, yo ya pensaba para mis adentros que iba a tener que volver a pasar por el mostrador, registrarme, ir a quién sabe dónde como si fuese una fugitiva que simplemente bajó unas escaleras por error.
Esa anécdota termina en que tuve que pasar por un detector otra vez, la mochila, la valija, los zapatos, todo..hasta que finalmente pude subir por el ascensor y esa vez me quedé quietita en la puerta de embarque.
Ahora voy a contar lo realmente anecdótico, que fue una vez subida al avión, todo acomodado, mucho sueño y la suerte de tener un compañero normal (sin olor, no molesto, conversación justa) en el asiento de al lado. Mientras tanto nos ofrecen los auriculares, algún diario, cosas para tomar, veo qué película hay para entretenerme porque es inútil: ni pude dormir en el viaje de ida, ni tampoco en el de vuelta.
Pienso que finalmente estoy volviendo, después de un mes tengo muchas cosas para contar, quiero ver las fotos, fundamentalmente probar mi capacidad de autosupervivencia de haber ido y vuelto en óptimas condiciones, sin un mínimo resfrío.
El avión despega tipo 2. Mi compañero se persigna, yo en cambio no tengo miedo. Creo que si me tengo que morir, puede ser en un avión o caminando debajo de un balcón en capital. Es más, me encanta viajar en avión y mirar para abajo, y es así desde que me acuerdo: en la repartición, la que ligó la fobia fue mi hermana.
Cuando el avión más o menos se estabiliza, desde unos asientos más atrás - apenas serían 2 o 3- es escucha: "azafata, un doctor!!!". WTF??!!! qué está pasando?. Cuando miro para atrás, sobre el lado izquierdo, veo un tipo de unos 50 años que estaba con la cabeza para atrás, blanco papel, parecía muerto - aunque nunca haya visto un muerto. Ahí todo el avión se conmocionó, empezaron a gritar a ver si había algún médico, las azafatas unas pelotudas totales que no tenían ni la menor idea sobre qué hacer.
Aparece un pasajero médico y pide que lo ayuden a acostar a este señor en el piso -ni que hablar de camillas, ni nada muy sofisticado, no vaya a ser cosa que a uno le pase algo arriba de un avión- que en ese momento estaba absolutamente inconciente. Parece ser que había tomado una pastilla para la presión, y le bajó muy de golpe, y no sé qué, pero estuvo unos momentos d.e.a.d.
Viene el piloto, rumorea que el avión va a tener que volver porque recién habíamos salido y se tenía que bancar un viaje de 12 horas con alguien que no se sabía si se moría ahí normás. Las azafatas querían arreglar el asunto con agua y sal, así que imagínense... PUTA MADRE. Ya estaba pensando que iba a volver, no sabía cuándo volvía a salir, que tener que avisar...uf. Viste cuando te da lástima algo, pero igualmente decís por qué a mi?
Logran reanimar al señor, que no entendía nada qué le había pasado, pero por suerte no estaba solo. Otra cuestión: no iba a poder viajar sentado, por ende, necesitaba sí o sí que lo pasaran a primera para viajar acostado. Toodo un quilombo, que las azafatas tenían que pedir permiso al piloto para ver si lo podían llevar (??) -un poco de humor calculo, porque no sé en mente de qué retrasado puede haber alguna duda-
Esto termina en que el avión sigue su curso, al señor lo llevan entre algunos pasajeros a la parte de adelante junto con el médico, y de los que quedamos, algunos empiezan a prepararse para dormir, y otros para ver pelis. Mi asiento estaba cerca de las puertas, era la segunda o tercera fila, y adelante mío había un pibe de mi edad maso. El pibe iba hablando con su compañero, parece que conocía a una azafata, y en un momento al idiota se le ocurre ir a la puerta y empezó a mover una palanca. Obvio que no me pareció que fuera un suicida ni mucho menos, pero tampoco se me hubiese ocurrido toquetear nada de ahí. Cuando hace eso, una pareja de gente grande agarra y le empieza a gritar que no lo haga, con bastante desesperación. Me parece que su percepción fue distinta a la mía-. Nada ocurrió por suerte...

Colorín colorado.

3 comentarios:

Vicky dijo...

Hola Flor, qué buen relato, es ideal para un guión. Tal vez una primera escena para presentar uno o varios personajes. Me encantó te felicito por las onomatopeyas y todo lo demás!

Buen finde...

Beso! hablamos.

Vick

Flor dijo...

Vicky!

Mientras leía tu comentario me di cuenta que es el texto más largo en no sé cuánto tiempo.
Sabés qué? A veces me pasa que me doy cuenta que últimamente vengo repitiendo palabras dentro de un mismo párrafo, y eso me hace pensar que me está faltando práctica.

De todas maneras saber que hay alguien que lo lee y le gusta me hace sentir reconfortada.

Sentir..qué palabra-

besitos Vicky! Y agrego que espero relato de esas historias sin fin.

Leonardo dijo...

Que tal flor, tengo que confesar que tu anecdota me parecio muy entretenida y es que entre la espera del 6x06 de Lost y la hora de irme a mi casa ya no hallaba que hacer, así que no se me ocurria nada para el twet ni para el face que mejor me vine a vagar a la web, cuando leí lo del tipo que parecia muerto y con las azafatas por ahi, me acorde de charlie con su bolsita en la garganta.. saludos desde Monterrey mexico